Antes de una nueva edición del programa en el Radio City, habló sobre la experiencia de trabajar con sus hijos, las anécdotas, el compañerismo y la "angustia política" que le genera la situación actual del país.
Por Claudia Roldós
@clauroldosmdp
“El éxito es una siniestra combinación de casualidades” asegura Alejandro Dolina, a días de volver a Mar del Plata con “La venganza será terrible”, el clásico programa radial que lleva más de 30 años en el aire y se podrá apreciar en vivo el sábado a las 21.30 en el Teatro Radio City del Centro de Arte RadioCity+Roxy+Melany, San Luis 1750.
El ciclo, se transmite diariamente por Radio AM 750, y contará con la participación del trío sin nombre integrado por Manuel Moreira, Martín Dolina y el mismo Alejandro.
Tras su gira por España, con el programa que tiene su propio libro de anécdotas y a poco de realizar una nueva presentación en Mar del Plata, Dolina contestó algunas preguntas a LA CAPITAL. Entre sus apreciaciones, se considero “tan mal padre como cualquiera”, valoró la destreza de sus compañeros de aire y aseveró que la situación del país le provoca una “enorme angustia política”.
– ¿Cómo fue la experiencia de llevar nuevamente “La venganza será terrible” a España?
– Hemos tenido mucha suerte. Nos presentamos en Palma de Mallorca, donde yo estaba seguro de ser un completo desconocido y se llenó un teatro de mil personas. Luego, en Madrid, fuimos a la sala Galileo donde nos presentamos
casi todos los años y hemos hecho dos funciones a sala llena. Bueno, esto no significa nada. Pero me atrevería a creer que los contenidos artísticos no estuvieron del todo mal.
– ¿Cómo ve los más de 30 años del programa desde adentro? ¿La esencia es la misma? ¿Cuánto fue mutando?
– No puedo saberlo, como tampoco puedo saber en qué medida yo mismo me he ido modificando. Presiento, viendo las cosas desde afuera, que el programa es ahora menos gracioso y más complejo. Y yo también.
– ¿Cómo se siente trabajando con sus hijos?
– Lo vivo como una recompensa inmerecida. Muchos padres sueñan en vano poder dialogar con sus hijos una vez por año. Yo canto con ellos, discuto asuntos artísticos, juego al fútbol y viajo. Y soy tan mal padre como cualquiera.
– Además de su conocimiento de la historia, la literatura, la música, el fútbol ¿Cuánta importancia tiene su capacidad de observación para mantener y nutrir los relatos, las anécdotas, la vida del programa?
– No mucha me parece. La verdad es que yo no ando por ahí observando. Más bien trato de estudiar y de trabajar generando contenidos complejos.
– ¿Está en el timing y el tenor de los hechos relatados, más allá de que sean reales o no la clave del éxito?
– No lo sé. En realidad, descreo de la existencia de claves. Las cosas suceden en virtud de inextricables cadenas de causas y efectos que jamás he logrado desentrañar.
– La imperfección de los recuerdos ¿Contribuye a que las emociones que éstos generan sean más extremas?
– Puede ser, pero también puede ocurrir lo contrario: muchas veces suavizamos los hechos evocados para que pierdan su carácter trágico. Construimos recuerdos ficcionales para no enfrentarnos con el infierno de los verdaderos.
– A lo largo de los años fueron cambiando sus compañeros de “tertulia” ¿puede el arte, la capacidad de llevar la conversación con ellos explicar el éxito?
– El éxito también es una siniestra combinación de casualidades. Si hubiera fórmulas, nadie fracasaría. Sin embargo creo que hay unos recursos de la conversación que permiten hacerla fluir sin sequías ni inundaciones. Yo debo agradecer a mis compañeros su destreza en ese aspecto. Ellos saben que cada inciso debe favorecer al siguiente, como ocurre con los payadores o con la improvisación musical. Eso requiere generosidad y compañerismo. El que trae frases brillantes desde la casa suele decirlas en los momentos más inadecuados y el discurso se estropea.
– ¿Cómo ve a nuestro país hoy y qué sentimientos le genera lo que ve?
– Nuestro país, como muchos otros países del mundo, adscribe a los protocolos neoliberales. Los resultados son, a mi modesto parecer, una desigualdad cada vez mayor y en nuestro caso particular un endeudamiento pavoroso.
Por lo demás, los políticos opositores están en su mayoría desparramados, extorsionados, sobornados o extraviados. No cabe esperar mucho de ellos. Mis sentimientos podrían definirse como una enorme angustia política.